Hola

Desde pequeña he sido curiosa y siempre me he cuestionado la posibilidad de comprender el comportamiento humano. Me resultaba difícil entender a mi familia, a mis amigos y, sobre todo, a mí misma.

Preguntas sobre: ¿Cual es mi propósito en este mundo?, ¿Quién dirige este universo?, ¿Cómo se creó todo?, ¿Cuál es mi origen? y qué hay más allá de la muerte.. siempre rondaban mi mente desde temprana edad. Sin embargo, una pregunta más fuerte se repetía constantemente: "¿Por qué tengo que vivir todo esto que estoy experimentando? es injusto".

La necesidad de comprenderme a mí misma y entender todo en el universo en el que vivía marcó el inicio de mi gran despertar inesperado.

A los 15 años, mientras finalizaba mis clases de inglés en mi ciudad natal, Cali, Colombia, un sábado llegó al salón una chica con cabello corto y ojos redondos muy grandes. No podía dejar de mirarla, ya que sentía una energía diferente a cualquier otra que hubiera experimentado antes. Me pregunté por qué había ingresado a la última clase si ya no estaba permitido.

En un descanso, ella me miró y me preguntó: "¿Vamos a desayunar?". Mi respuesta fue un afirmativo entusiasta. Fuimos a la panadería frente a la escuela y nos sentamos. En cuanto me senté, me hizo una pregunta impactante: "¿Sabes cómo se creó el mundo?". Quedé en blanco ante esa pregunta, ya que siempre me la había planteado toda mi vida. En lo que pareció media hora, pero que fue más breve, me contó cómo se creó el universo, de dónde venimos, las razas humanas y el proceso de evolución y transcendencia que todos venimos a experimentar. La cantidad de información era abrumadora y mi mente en ese momento no podía procesarla, pero dentro de mí, supe que estaba ante la verdad absoluta.

Regresamos a clase, y antes de entrar, ella me dijo que la esperara mientras iba al baño. Entré al salón, pero nunca regresó. La busqué por todas partes, pero nunca apareció, y nadie la vio.

Desde ese momento, comencé a buscar a Dios en todas partes: iglesias, religiones, libros, etc. Sin embargo, nada de eso resonaba conmigo, aunque aprecio la valiosa información que comparten todas las religiones y asisto a ellas de vez en cuando. Me cansé y decidí vivir mi vida de joven, disfrutando de fiestas, viajes, amistades, etc.

Un día, saturada del mundo y sin rumbo, decidí embarcarme en un viaje espiritual de un mes a Bali y Tailandia. En el primer día, uno de los entrenadores del retiro me entregó un mensaje revelador: "Deja de buscar a Dios en los cielos, porque Él está dentro de ti y de todos". Ese día quedé perpleja, ya que siempre que oraba, dirigía mi mirada al cielo.

Después de ese viaje y muchas experiencias que detallaré en mi libro, comenzó mi despertar espiritual, marcado por una formación de más de 7 años que he venido llevando a cabo.